LA bipolar –mareante en Galicia y podemita en Madrid– Alexandra Fernández fue la primera diputada de En Marea, originariamente un espacio multicultural hispano-galaico, que se comió un plato intragable preparado en la cocina del CIS. Era por entonces la portavoz en el Congreso de la xente do común, cargo al que había llegado por su amistad con la hija de Méndez Ferrín, santón jurásico del nacionalismo de la nazón, pues no acumulaba ni un solo mérito más, y el sondeo revelaba que el 90% de los españoles no tenían ni idea de quién era. Eso ocurría en mayo del año pasado y ahora, doce meses después, ha salido de los fogones otro desastre culinario, puesto que el 12,5% de quienes votaron a En Marea en las últimas elecciones, lo harían ahora por Ciudadanos, el 4,2% por el PSOE y otro 4% por un partido diferente... Mal futuro para los mareantes; salvo para el pijo coruñés Tone Gómez-Reino, que, con que deconstruya su falso pasado proletario y recupere su verdadera imagen de señorito, tendrá un brillante porvenir de color naranja. FOTO: tone gómez-reino | aec