Al actual lehendakari, Iñigo Urkullu,la pandemia ya se le está haciendo larga. Le estropeó la cita electoral prevista para el pasado día 5 y no se resiste a tener que esperar quién sabe hasta cuándo para retomarla. Además, las sospechas de que el otoño traerá un rebrote del virus, por la caída de las temperaturas, ha terminado por hacer que se decida a poner una fecha a los comicios vascos: en julio. Calcula que con la famosa desescalada que comenzará más pronto que tarde –o eso le interesa creer– en tres meses los vascos estarán en condiciones de acudir a los colegios electorales, aunque tengan que lanzar los sobres a las urnas desde un metro de distancia. Alberto Núñez Feijóo, que está en las mismas, con su legislatura a punto de terminar, no es tan atrevido y se limita a hablar de las condiciones indispensables para poder tener elecciones: que se levante el estado de alarma y que la pandemia evolucione de forma favorable a nosotros. Dos cuestiones que, como él mismo dice, no están en sus manos. Así que para qué especular. Pues también es verdad. FOTO: iñigo urkullu