Una de las escenas más citadas de la película Casablanca es la del cierre del Rick’s Café y cuando el dueño, Rick Blaine, pregunta al Jefe de la Policía “con qué derecho me cierra usted el local”, este le responde con la frase que quedó para la historia: “¡Qué escándalo! He descubierto que aquí se juega”. En ese momento se acerca el crupier y le entrega las ganancias de sus apuestas.
Llevo tantos días acordándome de esta secuencia del film de Michael Curtiz como llevan el presidente del Gobierno y la vicepresidente Calviño -también otros miembros del gabinete- “escandalizados” por los ERE en cascada de la banca que hasta parecen programados de forma coordinada.
En un asombroso ejercicio de incoherencia, ambos políticos emulan a aquel Jefe de Policía y “descubren” que en la banca hay despidos masivos de trabajadores, mientras olvidan que son la primera consecuencia de las fusiones que ellos alientan y autorizan -Bankia/ CaixaBank, Unicaja/Liberbank y otras- de las que se deriva el excedente de empleo por las duplicidades que generan.
La escalada de recortes y despidos continuará en las entidades fusionadas y en los demás bancos al amparo de la digitalización y del ajuste de costes para mejorar la rentabilidad. Veremos más cierres de oficinas en poblaciones y la exclusión financiera de personas mayores que, por carecer de aptitudes digitales, realizaban hasta ahora sus operaciones bancarias de manera presencial.
Es la crueldad del mercado. Circula por la red una viñeta en la que el empleado de un banco se sincera ante una clienta: “Primero, fusionaron todos los bancos en uno, después todas las sucursales en una, y, al final, todos los empleados en uno, que soy yo”. Cuando la señora le preguntó: “y cuál es su trabajo?”, el empleado le contestó “encender el cajero”, que tiene a su lado. El autor sitúa el dibujo y la leyenda en 2035, pero no es descabellado pensar que esa situación se produzca antes de ese año.
Cuestión distinta, criticable e incomprensible desde la ética y del coste reputacional, es la torpeza de los dirigentes de los bancos que, con buenas cifras de beneficios, acometen los ERE a la brava y en malas condiciones para los trabajadores. Tampoco se entiende que después de que el presidente Sánchez y la vice Calviño cargaron contra tanto ajuste, varios bancos redujeron sustancialmente el número de despedidos y anunciaron “recolocaciones” de otros en sus filiales. ¿No podían haberlo pensado y hecho antes para evitar el mal trago a esos empleados y a sus familias?
En medio de la oleada de despidos masivos, la vicepresidenta reclama límites salariales a los banqueros. Es una reclamación pertinente que merece comentario el miércoles.