Por si no nos parecía suficiente la manera en que el Gobierno marroquí jugó con las vidas de sus ciudadanos al abrir la frontera, invitándolos a buscarse un futuro mejor si conseguían llegar a la orilla de Ceuta, ahora dicen los voluntarios que los reciben que muchos niños se arriesgaron a unirse al éxodo masivo porque les aseguraron que podrían ver jugar a Cristiano Ronaldo y a Messi. Es difícil caer más bajo. Esto ya no es un conflicto entre países, ni una crisis migratoria, es un desprecio a los derechos humanos de tal magnitud que no debería acabar con un par de intercambios de declaraciones de autoridades políticas. Merece una investigación, una sanción, un castigo ejemplar. Algo que demuestre que esas vidas importan.