Y entonces habló Calviño

Es evidente que la crisis consecuencia de la pandemia afecta a todos los ámbitos de la economía, y que son pocas las empresas que no lo están pasando rematadamente mal.


Por eso el anuncio de dos grandes entidades bancarias de “prescindir” de una parte importante de sus plantillas es, sin duda, una pésima noticia que se convierte en un sarcasmo cruel cuando de paso nos enteramos que los directivos de estas entidades van a recibir unos “bonus” sustanciosos.


Y no, no hay manera de digerir que puedan cobrar bonus y sobresueldos en estos momentos mientras unas cuantas de miles de familias tiemblan por no saber que va a ser de su futuro.


Para más INRI, en la publicidad de una de estas entidades se señala que se fusiona con otra para “estar más cerca de las familias”. No se sabe a que familias se refiere porque desde luego no es a la de sus empleados a punto de ser enviados a ERES y ERTES.


Así que no están de más las palabras de la Vicepresidenta Nadia Calviño pidiendo a la banca que actúe con responsabilidad.


Es de esperar que lo hagan pero no han comenzado con buen pie, precisamente por esa falta de sensibilidad y pudor a la hora de anunciar esas remuneraciones extraordinarias de sus directivos.


Que los mismos directivos que se van a endosar en el bolsillo cantidades considerables de dinero sean los que despiden a miles de trabajadores es algo incomprensible.


Ignoro si estos directivos tendrán en cuenta la petición de Nadia Calviño para que busquen alternativas que no sean exclusivamente el despido de los trabajadores.


Pero la vicepresidenta ha dicho algo más y que el cobrar de los sustanciosos bonus por parte de los directivos de las grandes corporaciones bancarias “no se corresponde en absoluto con la situación económica de nuestro país y menos cuando estas entidades están anunciando fuertes recortes de personal y cierre de oficinas”.


Creo que la inmensa mayoría de los ciudadanos se sentirán no sólo de acuerdo sino también reconfortados por las palabras de la Vicepresidenta.


Subirse el sueldo mientras echas gente a la calle es lisa y llanamente inmoral. 

Y entonces habló Calviño

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