Los españoles ya podemos opinar con propiedad sobre el escándalo de la familia real británica. Ya hemos visto los gestos, las pausas dramáticas, el ‘no quiero hablar de este tema, así que solo daré el titular demoledor’... y la verdad es que como espectáculo televisivo es de lo más resultón. Luego, cada uno decide si quiere creerse o no el maltrato, el racismo y la necesidad de Meghan y Harry de ser libres. Lo que parece innegable es que la figura de la reina sigue siendo intocable: solo buenas palabras para ella. Se ve que, por más monarca que sea, una abuela es una abuela.