El sentido de un pacto (o no) de gobierno en Ferrol

Parece que lo políticamente correcto en el caso de gobiernos en minoría que son respaldados por otras formaciones con intereses, si no comunes al menos similares, es que estas se alíen para configurar un Ejecutivo que, se supone, garantice la estabilidad. La toma de posesión como alcalde del socialista Ángel Mato en Ferrol no lo sugiere así, en consonancia con lo que el presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, parece defender. 
Hasta qué punto es necesario, y más en casos como el de la ciudad naval, que un gobierno haya de sostenerse en un pacto cuando en los mandatos que así lo han hecho –bien con el PSOE de Vicente Irisarri, bien con el Ferrol en Común de Jorge Suárez– dicho acuerdo no ha dado resultado alguno y apenas han tenido poco más de un año de vigencia efectivo, invita a cuestionarse si lo “políticamente correcto” es lo más acertado, visto lo ya de sobras constatado. 
Que la izquierda no se entiende entre sí ya ha dejado de ser un signo de identidad  para convertirse, al menos en este país y en este pueblo grande en que parece haberse convertido Ferrol, en una demostración del fracaso. Claro que también la derecha, o el centro derecha, se halla en estos momentos ante una tesitura similar y, de un modo u otro, tiene pendiente demostrar que es capaz de evitarla, aunque esto último sea ajeno esta ciudad.
Un pacto de gobierno, se supone, obliga a mínimos comportamientos de cohesión que, como se ha visto, no se plasman en la realidad y cabe pensar que, logrado el apoyo para la investidura, entra más en la esfera de la cordura la negociación puntual en lo que a los principales desafíos de esta ciudad se refiere que los brindis al sol que escasamente han brillado en los ejemplos ya indicados. 
Con modos, o intereses, tan distantes de ser compartidos entre la izquierda local, se hace necesario entender que el diálogo que nunca se ha dado con anterioridad es la base del futuro político de la ciudad, como parece empeñado en demostrar Ángel Mato. Y es que los tiempos, pero sobre todo la experiencia acumulada, conlleva la obligación de sacar conclusiones y, sobre todo, de demostrar que, independientemente de quién ostente el bastón de la Alcaldía, no son los intereses de partido los que deben primar en una ciudad que lleva acumulados años de retraso en desarrollo urbanístico, en crecimiento poblacional, en generación de empleo alternativo, en transporte urbano e interurbano, en prestación de servicios de calidad, en recuperación del patrimonio, en gestión administrativa...
Un gobierno estable –al menos en lo que a Ferrol se refiere– no es el que se garantiza el poder sino el que es capaz de prolongarse en el tiempo con un proyecto y una iniciativa solventes como la ejercida por aquellos líderes que han sido capaces de poner a su ciudad al nivel al que aspiran, independientemente de sus preferencias, sus propios vecinos. Esta es, y no otra, nuestra principal cuenta pendiente.

 

El sentido de un pacto (o no) de gobierno en Ferrol

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