está claro que Feijóo podrá pasar a la historia, además de por haber sido presidente gallego, por haber sido el responsable de haber puesto coherencia a eso que llaman Cidade da Cultura y que no es otra cosa que un multimillonario ejercicio de estilismo arquitectónico de dudoso resultado. Está más que bien que los huecos en los que debían ir nuevos e inútiles inmuebles se cubran con piscinas, edificios funcionales y aprovechables y hasta bosques autóctonos. Hasta cinco kilómetros de sendas peatonales entre árboles hay ya en el Gaias que, a este paso, frena el efecto invernadero él solito.