Ahora que en la fauna política europea los refugiados están sirviendo de moneda de cambio electoralista es bueno refrescarles la memoria a todos aquellos que desgañitan su odio contra los que llegan.
Lo primero que deberían tener en cuenta los que padecen esas fobias es que las migraciones son tan viejas como el hombre, es decir, no son algo nuevo de estos tiempos. Porque ya en las sociedades de cazadores y recolectores los grupos humanos se movían continuamente de un lugar a otro para buscar alimentos.
Por otro lado, también les sería de gran utilidad saber que la Europa que hoy rechaza a los que llegan fue un caladero inmenso de emigrantes no hace tantos años. Esos xenófobos tendrían que consultar la historia de las dos guerras mundiales, si no quieren hacerlo en su biblioteca municipal pueden ir a “San” Google, para saber lo que ocurrió después de que finalizaron.
Se enterarían que desde aquella Europa destruida, rota y empobrecida partieron para América, tanto en el período de entreguerras como al finalizar la Segunda Guerra Mundial, decenas de millones de europeos. Por lo tanto, parece casi un sarcasmo que ahora esa Europa levante muros y campos de refugiados para contener a los que huyen.
Y lo peor ya no es que se niegue a aceptarlos, que también, sino que es la responsable de haberlos convertido en refugiados, con lo cual los culpables no hay que buscarlos en África ni en el Medio Oriente, sino en lugares más cercanos. La cuestión aquí no es que vengan, sino porqué vienen.
Es obvio que las intervenciones militares de ayer llevadas a cabo contra esos países han producido este funesto resultado. La buena Europa, esa que se jacta aireando sus valores un día sí y otro también, colaboró directamente en ellas para llevarles, según dice, la “democracia”. Pero resulta que ahora se lava las manos, dejándolos solos y sin democracia. Ocupando la destrucción el lugar de la democracia y las bandas extremistas el lugar de los gobiernos.
Ahora los partidos del establishment europeo y también los populistas xenófobos se dedican a esconder la verdad a la gente de lo que pasó. Nadie habla de las causas que fabricaron tantos refugiados, solo hablan de los efectos, es decir, del supuesto peligro que representan para la “civilizada” Europa. Ni siquiera las ONG hablan de ello o de llevar a cabo una campaña informativa acerca de los responsables. El silencio de estas organizaciones es altamente significativo, sospechoso incluso, teniendo en cuenta que el hecho de no ser gubernamentales no necesariamente significa que, indirectamente, no sirvan de instrumentos del poder.
En todo caso, los medios presentan a los europeos como si fuéramos los buenos de la película, como si nunca hubiéramos hecho nada comprometedor. Lo peor es que la gente de a pie, la de esa Europa que parece que nunca rompió un jarrón, también es responsable por activa y por pasiva. Y lo es, por la sencilla razón de que no le pide cuentas a los políticos causantes de este desastre humano.
Da pavor pensar que la tragedia de los refugiados está sirviendo de propaganda para ganar votos. Cuando un gobierno dice que se lleva tantos, el otro unos cuantos más, como si de una subasta de esclavos se tratara, uno se pregunta ¿a dónde hemos llegado?, ¿qué clase de políticos nos están gobernando?, ¿en qué manos estamos? Porque utilizar semejantes tácticas con el objeto de ganar voluntades es lo último que se podría esperar de esta Europa que no sabe a qué juega.
La tragedia de los refugiados tiene que ser resuelta en los países de origen. No hay otra manera. Pero no destruyéndolos o convirtiéndolos en estados fallidos, sino ayudándoles de buena fe a desarrollarse y no tratando de derribar sus gobiernos o sembrando cizaña para mayor gloria económica de nuestras multinacionales. Esa es la clave.
Mientras no se haga eso o algo parecido nada cambiará. Nada. La llegada de refugiados continuará, no habrá verjas, ni muros, ni leyes, ni guardacostas suficientes para frenar su huída. Lo demás es permitir que nos sigan manipulando, pensando en lo bueno y humanos que somos en esta parte del mundo.