Esta semana se ha empezado a visualizar el estado en que quedará el nuevo corredor, que naciendo en el puerto, conectará con el antiguo paseo de La Malata. Se está aprovechando la ejecución de las obras del saneamiento para, tal y como prometió el Alcalde al inicio de su mandato, retranquear la valla preexistente, la cual ya se ha demolido, y de esa forma ganar espacio para el uso peatonal.
Dispondremos de cinco metros de anchura de acera y carril-bici, olvidándonos de la estrecha y peligrosa acerita preexistente. A su vez, esta actuación evita la desaparición de los jardines de la Ranita, tal y como estaba prevista en el proyecto inicial. Conviene recordar este extremo porque la memoria de algunos es realmente selectiva. En definitiva, a partir de la primavera los ferrolanos tendremos en torno a ochocientos metros cuadrados lineales, para disfrutar de nuestro ocio. Dicho esto, me gustaría hacer una reflexión en voz alta. Cualquier obra pública la percibe el ciudadano de a pie en tres fases diferentes. La primera de ellas es la que denomino “fase previa o de la reclamación”; es decir, aquel momento en el que la sociedad solicita la mejora de un espacio que se encuentra deteriorado. Este periodo provoca un castigo en el responsable político de turno, pues al no ser capaz de dar solución a dicha demanda, el cuerpo electoral vota y suele cambiar al político.
La segunda fase, que yo la llamo “fase de desgaste o del enfado” es aquella en la cual la autoridad de turno cumple con su palabra, redacta y adjudica los proyectos e inicia la ejecución de las obras. Los vecinos empiezan a ver la transformación de dichos espacios pero todavía no valoran en su justa medida el trabajo realizado por el político, pues el enfado por las inevitables molestias les impide objetivar las mejoras. En esta fase, los políticos que perdieron el poder en la fase uno, ahora pretenden que lo pierda el contrincante en la fase dos. Y por último, entramos en la tercera fase o “periodo de satisfacción plena”. La obra ya ha terminado y con ella sus molestias. La ciudadanía se relaja, empieza a disfrutar de los nuevos espacios públicos y suele premiar al dirigente que las ha realizado. En Ferrol, a 100 días para las elecciones, la película se titula “Encuentros en la tercera fase”.