AUSTRALIA está de luto. Roger, el canguro más cachas del mundo, ha muerto. Era un ídolo de masas –en las redes sociales contaba con 1,3 millones de seguidores, que ya son seguidores para un marsupial–, que tras una infancia dura –su madre murió atropellada– se convirtió en el rey del santuario de canguros de Alice Springs. Medía casi dos metros y pesaba 89 kilos, atributos que le valieron para vivir rodeado de hembras –hasta doce consortes tenía–. Ya estaba viejo, tenía 12 años, sufría problemas de visión y padecía artritis. Miles de humanos hubiesen deseado ser Roger, a que sí.