O fillo do fillo de muiñeiro, para sus amigos Rafa, para sus rivales Cuiña y para sus convecinos de Lalín el alcalde, presumió en su día con un poético tuit de que alborexaba en su pueblo y los jabalíes hozaban en pleno centro. Poco después, una piara se paseó por Culleredo y Cambre, hubo vídeo casero, pero ni un solo comentario de los alcaldes. Más tarde los porcos bravos se dejaron ver en A Zapateira y también el silencio municipal fue la respuesta. Casi fue lo mejor, pues tal como suelen acabar los conflictos de lindes y no sabiendo si pisaban suelo de A Coruña, Arteixo o Culleredo no era cosa de utilizarlos como propaganda. Ahora se dejar ver casi a diario por Oleiros –quizá para conocer lo que es la prosperidad– y por Lugo –alguien les habrá hablado de lo bueno que está el pulpo de San Froilán–. Precisamente en la provincia lucense han destrozado más de mil fincas este año, provocando daños por valor de cinco millones. A ver si los ha contratado el PP para escarnio de Xulio Ferreiro, el Varoufakis de A Gaiteira, por haber afirmado que Galicia es una tierra urbana. Por fuciños, por cacheiras, que los peperos con capaces.