Arturo Fernández fue durante años actor de culto para los gallegos que viajaban a Madrid. El teatro donde actuaba era cita ineludible, lo mismo que el museo de Cera o el tour por el Bernabéu. Si uno era alcalde, la visita a la capital del Reino incluía también una noche de cabaré. Los tiempos han cambiado y las costumbres también, pero el asturiano sigue subiéndose al escenario todos los días. Sin embargo, a sus 300 o 400 años, las facultades le empiezan a fallar y en un reciente programa televisivo confundió a un niño de siete años y el pelo largo con un niña: “Chatina, cuando tengas 19 años hablamos”. Al curso de desheteropatriarcalización ya.