Entre Rivera y Frankenstein

El que resiste, gana. Pedro Sánchez hizo suya esta máxima clásica y los electores le han dado la razón. El PSOE pasa a ser el primer partido en número de escaños en el futuro Congreso de los Diputados que reflejará la mayor fragmentación de fuerzas que hemos conocido desde que se instauró la democracia. El PSOE podría formar gobierno con Ciudadanos o pactando con Podemos partido que sale demediado pero que podría facilitar la suma aritmética que junto al apoyo de algunos de los partidos nacionalistas le permitirá a Pedro Sánchez seguir durmiendo en el famoso colchón de La Moncloa.

Está por ver si en ése supuesto, Pablo Iglesias exigiría tener presencia en el futuro Consejo de Ministros. Si así fuera, abriría la puerta a un “Gobierno Frankenstein” como en su día bautizó Alfredo Pérez Rubalcaba a una coalición del PSOE con fuerzas de naturaleza política tan heterogénea.

El hundimiento del Partido Popular que pierde más de la mitad de la representación parlamentaria que tenía en la anterior legislatura es un hecho relevante para el futuro de la derecha española y que deja en precario el liderazgo de Pablo Casado. En parte se explica por la emergencia de Vox y por el crecimiento de Ciudadanos. Allí dónde las derechas acudieron unidas (Navarra), resultaron ganadoras. A la luz de los resultados de las elecciones no es descartable que en el bloque de las derechas se vaya a desencadenar una catarsis. Anotado queda el fracaso de Pablo Casado. En el caso de Ciudadanos, que casi dobla su representación, el éxito del partido puede ser el origen del próximo quebradero de cabeza de su líder. Haber exagerado el repudio a un eventual acuerdo post electoral con el PSOE, partido con el que a la vista del resultado podría formar una cómoda coalición de gobierno tan del gusto, por cierto de determinados poderes económicos, quizá haga reflexionar a Albert Rivera. 

Rivera no ha conseguido, por poco, su objetivo de superar al PP haciéndose con el liderazgo del centro derecha, pero el partido ha crecido y ése es un factor que consolida al joven político catalán aunque le deja en una encrucijada. A un mes vista de las elecciones locales, autonómicas y europeas y después de haber anunciado una y otra vez que no pactaría con Pedro Sánchez tendría muy difícil dar marcha atrás. Pero en la política nada es lo que parece a primera vista. Atentos pues a lo que pueda depararnos el inmediato futuro. Hay un antes y un después en la vida política española tras el 28 de abril.

Entre Rivera y Frankenstein

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