ahora mismo Pedro Sánchez se debate entre lanzar unos foguetes y descorchar un par de botellas de cava, para que no se le cabreen Puigdemont, Torra y demás calaña, o dedicarse a mirar las barbas de su vecino. Y es que el CIS, en la primera encuesta que realiza desde la llegada a La Moncloa del líder socialista los catapulta como la fuerza con más apoyos, nueve puntos y pico por encima de Ciudadanos y PP, sumidos en un empate técnico. Seguro que eso da para celebrar, al menos desde la perspectiva de Sánchez, a quien tantos disgustos le provocó aquella cantinela suya del “No es no” que luego convirtieron las feministas en hit parade. Pero el problema es que, en el otro lado de la balanza están los podemitas, a quienes el CIS hunde a poco más de un 15% de apoyos, en lo que es ya el peor resultado cosechado por Pablo Iglesias y los suyos. Esos que hace unas cuantas encuestas se comían el mundo y, ahora, no son más que una fuerza en claro declive. Y es que la demoscopia es así de caprichosa, así que Sánchez, por lo pronto, tiene el cava a enfriar, aunque todavía no se atrevió a descorchar una botella. Por lo que pueda pasar.