el gran Manquiña se ganó al público español con su magistral actuación en Air Bag. Su célebre frase “igual que te digo una cosa te digo la otra” nada tiene que envidiar a la acuñada por otro cómico histórico, Groucho Marx, cuando advirtió que él tenía unos principios, pero que si no gustaban pues tenía otros.
Ambos quisieron denunciar que hay gente dispuesta a renunciar a cualquier cosa por agradar a todos, quitándole el valor a la palabra dada, lo hicieron ironizando sobre los que tienen valores cambiantes en función de la situación en la que se encuentren. Aquí, en el terruño gallego, llamamos a estos especímenes “fala barato“, nunca sabes lo que quieren por sus mutaciones y en su afán de agradar a todos, acaban generando una legión de enemigos. La corrupción es un mal que nos ha hecho, y nos hace, mucho daño, en lo económico y en lo moral. Sentimos repugnancia por esas conductas que buscan el beneficio propio a costa de todos.
Pues bien, cualquier acción en la lucha contra la corrupción merece nuestro aplauso. Cada vez que un corrupto acaba en la cárcel es motivo de satisfacción. Cada día descubrimos casos en donde aparecen personas de relevancia que han sido investigadas por sus conductas perversas. Digo yo que estas investigaciones alguien las habrá ordenado y perseguido y que el Estado de Derecho viene funcionando, quizás con más lentitud de la deseada, pero viene funcionando y esto ha de ser reconocido por todos e incluso celebrado.
Porque los ciudadanos que confiamos en la ley depositamos también en la justicia nuestra tranquilidad en la seguridad que ejerce su función adecuadamente. Así está siendo. Pero hay quien, por encima de la justicia, se empeña en ser justiciero y en ese empeño bucea y se revuelca en el fango para tratar de arrastrar un puñado de votos de los cabreados permanentes que parecen ser más inquisidores que políticos. Este es el juego de Podemos. Si Cristina Cifuentes levanta un oscuro asunto en el Canal de Isabel II, los podemitas la premian con una moción de censura. Es decir, pretenden castigar a quien lleva a la fiscalía a antiguos compañeros de partido que han obrado mal.
No buscan acabar con la corrupción, sino utilizarla políticamente. Lo que me entristece es que hay quien les compra ese discurso. Cada vez menos, pero todavía mucha gente premia estas conductas. Corrupción es robar, pero también es corrupción jugar políticamente con el sufrimiento de las personas. Eso lo hace Podemos. En España funciona la separación de poderes y así se entiende que el judicial intervenga en asuntos que en nada benefician al poder ejecutivo. La Guardia Civil y la Policía Judicial realizan sus investigaciones con independencia y como resultado de ellas, políticos, empresarios y miembros de la familia real acaban rindiendo cuentas en los tribunales.
Por lo tanto, no todo está mal y a los agoreros que anuncian el fin del mundo hay que decirles que guarden sus mentiras y que dejen de sembrar el desasosiego. Que Rajoy declare como testigo les sirve para amplificar su mensaje catastrofista. Podemos ni busca ni quiere la verdad, solo desestabilizar, tal es su aportación al bien común. Regocijarse en el mal, para esparcirlo, es propio de personas insatisfechas con su propia vida.