El éxito escolar se fragua en casa. Esta es una de las principales conclusiones del último informe del Consejo Escolar del Estado (CEE) sobre la participación de los padres en la educación de los hijos. El objetivo era, entre otros, evaluar los distintos modos de implicación paterna y sus consecuencias en el rendimiento escolar de los chicos, amén de proponer algunas recomendaciones.
El documento explica que en los últimos años se percibe en Europa una tendencia a reforzar el papel de los padres en la escuela. Y como ejemplos concretos de buenas prácticas expone dos. El primero es Escocia, donde desde 2006 las autoridades educativas de cada nivel están obligadas a diseñar una estrategia para implicar a los padres. Otra referencia es la de Holanda, que en los últimos años ha reforzado la capacidad de elección de centro y ha aprobado una reforma educativa (año 2011) que concede más influencia a los representantes de los padres en los organismos de decisión.
La segunda parte del informe revisa treinta y tantos estudios sobre el impacto de la participación de los progenitores en el rendimiento del alumno. Y en general se aprecia que la influencia difiere según el tipo de intervención paterna. En todo caso, las más productivas vienen a ser aquéllas que contribuyen a crear en casa un clima de aprovechamiento educativo.
Puede sorprender a primera vista que en ello haya una relación causa/efecto o una conexión efectiva. Pero tras analizar datos del Informe Pisa 2012, se llega a la conclusión de que cuando las familias no comen nunca o casi nunca con los hijos, éstos obtienen una puntuación de 485,7 en Matemáticas. A cambio, cuando lo hacen todos o casi todos los días y conversan, la nota de los críos es de 530,9.
Es decir, que hay un diferencial de 45 puntos, lo que equivale, según los expertos, a año y medio de escolarización. Y todavía mejor sucede cuando los padres conversan a menudo con ellos. También se comenta el hecho de que la participación de los padres disminuye cuando los hijos alcanzan la ESO, a pesar de que sigue siendo necesaria porque es en esta etapa donde su impacto en el rendimiento escolar es mayor.
Entre las conclusiones del CEE hay una invitación general a estrechar la cooperación entre padres y colegios; a pasar del modelo clientelar al de acompañar a la escuela en la tarea de formación del alumno/hijo. El informe viene a señalar, aunque sin decirlo textualmente así, que si las familias se implicaran más mejorarían los resultados académicos de los chicos.