“El hábito no hace al monje”, pero, en este caso, puede ayudar bastante. Y me explico. La Policía española –en tiempos, “los grises”, después “los maderos” y ahora con pulcro uniforme azul-oscuro– preparan un nuevo y extenso reglamento sobre uniformidad y condecoraciones que, entre otras disposiciones, reitera la prohibición de lucir “piercings” en zona visibles y también veta los peinados, maquillajes o complementos que puedan considerarse estrambóticos o extravagantes.
El borrador del reglamento en preparación dedica un capítulo entero a las obligaciones y prohibiciones que deben cumplir todos los agentes en relación con el uniforme del Cuerpo Nacional de Policía, el aseo personal y la actitud mientras están de servicio.
No se adoptarán posturas indolentes o contrarias al decoro propio de la dignidad del cargo que ostentan, según indica el artículo 37 del borrador del citado reglamento, en el que también se prohíbe expresamente la ingesta de alcohol mientras se está de servicio.
El texto establece que todas las prendas del uniforme deberán llevarse en perfectas condiciones de limpieza y pulcritud y con una talla adecuada a las medidas del agente.
El cabello estará aseado en todo momento y en el caso de los hombres deberá llevarse corto, de forma que no tape las orejas ni el cuello de la camisa o guerrera. La barba de dos días queda prohibida, por lo que el personal masculino uniformado tendrá que permanecer bien afeitado.
Por otra parte cabe decir que la Policía Nacional quiere asumir competencias en materia de Tráfico.
El proyecto está ya encima de la mesa del ministro del Interior y ha despertado suspicacias en el seno de la Guardia Civil. Pero dice la Policía que con esas competencias sería un cuerpo más efectivo, y que Tráfico formaría parte del elenco de herramientas que este Cuerpo utilizaría en las investigaciones.
Los mandos, por su parte, aclaran que no quieren “pisar” el trabajo de la Guardia Civil. Pero desde la Guardia Civil también se quiere tener más peso específico en el seno de las Fuerzas Armadas.
En última instancia, se trata de servir mejor al ciudadano. Conviene que nadie lo olvide.