22.000 multas son muchísimas. Y más si se tiene en cuenta que son las que pusieron las cámaras que controlan el acceso de coches no autorizados en la avenida de La Marina, en A Coruña. Más de sesenta personas al día son fotografiadas cuando circulan por esa calle y, pasado un tiempo, reciben la sanción en su casa. La mayoría son personas de fuera de la ciudad, que ven cómo la dinámica del tráfico los va llevando hasta esa zona en la que muere la ciudad. Otros simplemente buscan el modo de llegar al hospital Abente y Lago y, desde luego, la manera más simple de hacerlo es la que acarrea sanción. El Ayuntamiento tendría que explicar cuánto aportan estas multas a sus arcas. Cuánto dinero generan unas cámaras que, seguramente, costaron una pasta, pero que ya estarán perfectamente amortizadas. Y debían hacerlo aunque solo fuera para que los coruñeses pudiéramos dar las gracias a tanto despistado por su aportación.