Feijóo es un candidato libre. Es lo que le da saber más de ganar elecciones que ningún otro de los que se presentan o se han presentado contra él. Porque le otorga la potestad de no ser “rehén”, como él dice, de ningún partido al que tenga que sumarse en busca de votos y de mantener una codiciada autonomía incluso dentro de su propia formación, en la que no tiene que rendir más cuentas que las estrictamente necesarias. Esta seguridad en su primer acto como aspirante a la reelección, que se celebró en Vigo, se la da también el saber que el panorama que tiene enfrente es todavía un proyecto por definir en la mayoría de los casos. Desde los que esperan que el tirón del Gobierno central sea suficiente a los que ni siquiera tienen claro cuál de sus posibles compañeros de viaje es menos enemigo o los que confían en que la sorpresa de las generales sea una tendencia y no una anécdota. Esto acaba de empezar, pero las diferencias ya son notables.