Cansados de buenas palabras

Cada vez se acerca más la fecha de los próximos comicios. El 28 de abril está a la vuelta de la esquina y los partidos se encuentran enfrascados en plena campaña, desgranando sus programas electorales y explicando cuales serán sus políticas una vez les hayamos otorgado nuestra confianza a través de los votos. Y entre todas las promesas, la ciencia vuelve a ocupar un papel. 
Quizás no tan protagonista como debiera, pero al menos empieza a asomarse al debate político.

Y parece que existe un consenso entre todos los partidos sobre determinados puntos esenciales. El primero es que España no tiene futuro si no apuesta más por la ciencia. 

También han coincidido en señalar la necesidad de combatir la excesiva burocratización y aumentar el porcentaje del presupuesto que se le dedica, pasando del 1,2% del PIB al 2%. 

El tercer punto en el que parece que hay acuerdo es en la necesidad de alcanzar un pacto de estado por la ciencia que evite la inestabilidad de los vaivenes políticos en lo que debe ser un eje transversal del desarrollo del país.

Hasta aquí todo tiene una pinta espléndida. Quizás incluso demasiado. Porque los científicos están cansados ya de buenas palabras que después no se traducen en hechos. 

Sin ir más lejos, 27 directores de centros de investigación punteros de nuestro país acaban de firmar una carta abierta en la que denunciaban que el sistema de I+D+i público está al borde del colapso debido a la falta de financiación y al retraso de meses en la concesión de fondos a 6.600 grupos de investigación, que suponen un tercio de todos los que hay en España.

Se habla de la necesidad de un pacto de estado por la ciencia, pero luego el único partido que se compromete a mantener el Ministerio de Ciencia más allá del 28 de abril es el PSOE. También es un objetivo loable alcanzar el 2% del PIB en inversión en ciencia, pero no hay que olvidar que en el mejor momento esta inversión apenas alcanzó el 1,4%, allá por el lejano 2010 y después de una década de subir muy lentamente.
Lo cierto es que, aunque todos los partidos se empeñan en asegurar que nuestro futuro pasa por invertir en ciencia, luego no hay verdaderas medidas que demuestren este compromiso. Las palabras se las lleva el viento y los científicos españoles deciden hacer las maletas muchas veces cansados de ver como aquí son minusvalorados.

Cansados de buenas palabras

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