Ayer fue el día de la Fiesta Nacional de España, día de la Hispanidad, y festividad de Nuestra Señora del Pilar, patrona de la Guardia Civil.
Todo ello evoca lo que es y será España. Una nación que comparte una idiosincrasia especial dentro de la cultura europea a la que pertenecemos. Bueno, más que una cultura europea, en realidad deberíamos retraernos a las civilizaciones griega y romana; y si me apuran, sobre todo ésta última, que legó a la humanidad una de las más importantes piedras angulares en la que se basa el orden de cualquier sociedad: el Derecho.
A lo largo de la historia, varios pueblos han creído (y creen) ser los elegidos. Mucha culpa de ello la han tenido algunas religiones y los extremismos políticos. Tampoco han faltado (ni faltan), los caraduras que, utilizándolo como pretexto, lo único que buscan es el poder y con ello la inmunidad para hacer lo que les plazca; eso sí, con el bolsillo bien lleno. Los nacionalistas aluden a unos “hechos diferenciales” como lengua y cultura propia. Cualquier filólogo nos diría que el castellano (como el valenciano, catalán o el gallego) no dejan de ser una evolución-corrupción del latín. Respecto a la cultura, me pregunto si a los nacionalistas les gusta el jamón de jabugo, el pulpo a la feira, el cocido madrileño, una buena paella o el vino de Rioja. Si es así, ya tenemos algo más en común con ellos.
Me pregunto también si aquellos, en su “mundo ideal” evitarían cualquier contacto exterior, eligiendo a sus amigos según el lugar de nacimiento. Si fuera así, realmente es que tienen un problema mental muy serio, que se me ocurre que sólo podría ser tratado por Rojas Marcos.
He tenido la suerte de viajar por cuatro de los cinco continentes del planeta, y la verdad, el resto de humanos con los que me he encontrado se parecen bastante a mí. Es decir, tienen dos ojos, dos piernas, dos brazos y una cabeza. Eso de creerte “especial” o de pensar que lo tuyo es mejor que lo de los otros se te pasa muy pronto cuando te mueves por el mundo. Es la diferencia entre ser cosmopolita y llevar una vida “pequeñita”.