con treinta y tres años se está en la flor de la vida. Es evidente que, a estas alturas, con esos años se es un joven. Sin embargo, también es verdad que treinta y tres años son suficientes como para que algunas cosas se puedan considerar como superadas. Por ejemplo, no sería muy normal jugar a indios y vaqueros o usar chupete. Tampoco parece muy normal con esas edad dirigir un sindicato de estudiantes. Es cierto que siempre hay edad para aprender, pero con 33 años ya se debía ir pensando en trabajar un poco, aunque solo sea para la jubilación. El caso es que El Sindicato de Estudiantes vasco, dirigido por una joven con la edad de Cristo se dedica a pedir el voto para los proetarras de Bildu. Ellos sabrán.