No sólo es lícito sino también razonable, pensar que nuestra judicatura está en guerra contra un gobierno que en el peor escenario posible, resiste y mantiene su apoyo social. Hace tres semanas que el teniente fiscal del TS denunció presiones de varios colegas, para no archivar las demandas de Vox y asociaciones afines contra la gestión del gobierno en la pandemia, y el 25 de septiembre, el CG del Poder Judicial intentó hacer coincidir la sentencia de la inhabilitación de Torra con la presencia del rey en Barcelona, con el poco disimulado deseo de echar gasolina a unas protestas independentistas cada vez más agotadas. Ahora, un juez vuelve a la carga contra Pablo Iglesias con un correlato de suposiciones jaleado por la caverna.
Delegar en este colectivo la renovación de sus órganos rectores “para despolitizar la Justicia”, sería como confiar en que el Diablo lea las Sagradas Escrituras.