Tengo que reconocer que a mí eso de los pucheros, sartenes, cazuelas y demás utensilios necesarios para condimentar un buen yantar, nunca me han despertado el más mínimo interés. Me pasa lo mismo que con el golf. Mis amigos y sus familias se engancharon a este deporte al aire libre y yo lo único que hacía era acompañarles cuando finalizaban los hoyos para meternos entre pecho y espalda una buena comida.
De todos modos, aunque no me guste trabajar con estos materiales tan necesarios para condimentar un buen yantar, debo reconocer que soy un gran admirador de esas mujeres, que cada vez son más legión, y esos hombres que buscan e investigan para ofrecernos un plato minimalista pero con una gran condimentación y mucho estudio y horas de trabajo entre fogones.
Como el resto de la familia soy seguidor atento de MasterChef, ese programa más que millonario en audiencia que nos ofrecen desde la primera y que concita grandes pasiones y, sobre todo, filias y fobias con muchos concursantes. Una mujer y dos hombres conocedores del mundo culinario, Samantha Vallejo-Nagera, Pepe Rodríguez y Jordi Cruz, integran el jurado que va dejando en el camino las ilusiones de los concursantes elegidos entre miles de personas que se presentan a los castings. De los tres hoy me voy a referir a uno de ellos, Pepe Rodríguez, un chef bastante vehemente a la hora de probar los productos que elaboran los concursantes y, por regla general, ponderado en sus comentarios y muy propenso a la lágrima en los momentos emotivos. En el último programa, donde se decidía la ganadora del concurso, tuvo un comentario de muy mal gusto cuando se refirió a la madre y suegra de una de las concursantes, Ketty, cuando las llamó viejas. Debo recordarle a este chef autpdidacta que viejas son las cosas, los trastos... Las personas nos hacemos mayores. Me hubiera gustado que alguien hubiese dado la orden de parar la grabación para que sus palabras no salieran al aire y ofendieran a muchos miles de telespectadores que vamos cumpliendo años y no nos consideramos viejos.
Tendremos que perdonarle el desliz porque con toda seguridad las horas de grabación son muy largas, tensas y tediosas y provoca que la mente viaje hasta otros mundos.
Te recuerdo Pepe Rodríguez que tú también te harás algún día mayor y no te gustaría que tus nietos te llamasen viejo. ¿A qué no?.