en las últimas fechas se presentaron en Ferrol dos exposiciones de pintura de cierto interés, adoleciendo en ambos casos de la ya habitual carencia de un adecuado catálogo. En el Casino Ferrolano una exposición de González Collado, con el título genérico de “Semblanzas de niñez”, muestra las últimas obras del pintor ferrolano, fallecido hace un año, centradas en diferentes rincones de la ciudad y dentro de la línea últimamente seguida por el autor. 
La obra del pintor, un total de 18 acuarelas de amplio formato, se expone en una sala del Casino Ferrolano, a la que se ha puesto el nombre de Gonzalez Collado; debe recordarse que ya el año 1942 este pintor realizó su primera exposición en esta entidad. La exposición se acompaña de una serie de obras de cerámica de su mujer, Fina Pena, dentro de la notable mezcla de realidad y fantasía que caracteriza a la artista ferrolana.
En el Centro Cultural Municipal se presentó una exposición, patrocinada por la Sociedad Artística Ferrolana. Bajo el título de “XXXVI Salón da Muller na Pintura 2019”, se expone la obra de 36 artistas ferrolanas o afincadas en la ciudad. Se trata de una serie de obras de diverso formato, de variada técnica empleada e incluso de diferente interés y valoración 
Ferrol es cuna de reconocidos pintores, hablándose incluso de una escuela propia de pintura, disponiendo de numerosas colecciones de pintura en entidades oficiales y asociaciones culturales, además de reconocidas galerías pictóricas y coleccionistas de arte. Sin embargo, no se dispone de un Museo de la Ciudad, como tienen localidades de menor entidad, para exponer el importante número de más de mil obras pictóricas. 
Ferrol posee un Centro Cultural Municipal, un amplio edificio dieciochesco, cuyas salas nobles, bien acondicionadas, deberían utilizarse para exponer de forma permanente las pinturas y grabados propiedad del Concello, varias de ellas almacenadas en diversos lugares del Centro. 
Los últimos años el pintor ferrolano González Collado cedió al Concello ferrolano más de doscientas obras. El Concello posee además un amplio número de obras, de reconocida calidad e interés, de artistas locales o afincados en Ferrol: Álvarez de Sotomayor, Agustín Robles, Eduardo de la Vega, Máximo Ramos, Vicente Díaz, Imeldo Corral, Bello Piñeiro, Segura Torrella y otros. 
Hablamos de más de dos centenares de obras, algunas guardadas de cualquier forma o simplemente colgadas en las escaleras del Concello, cuando el Ayuntamiento solo debería mostrar obras institucionales y retratos de personajes importantes. Es vergonzoso que después de cuarenta años de Concellos democráticos no se disponga de un catálogo de los fondos artísticos municipales, o, si existe, no se haga público, dando a conocer de forma adecuada estas obras. 
Mientras tanto, una institución privada ferrolana, el Hospital General, dispone de una magnífica pinacoteca, la mejor de la ciudad en su género, unas ochenta obras, en su mayoría retratos y obras de temática religiosa, de la que se editó un completo catálogo el año 1995, con motivo de su exposición en el Centro Cultural Municipal.
Entre las sociedades de la ciudad, el Casino Ferrolano tiene catalogada una notable colección de trescientos cuadros de autores locales y foráneos, la mayoría procedentes de las exposiciones allí realizadas. La Sociedad Artística Ferrolana, por su propia labor artística y las exposiciones que realiza, tiene una importante pinacoteca de un centenar de obras. Otras dos entidades ferrolanas, el Ateneo Ferrolán y el Real Coro Toxos e Froles, poseen también un número importante de obras. 
En esta relación circunstanciada cumple incluir a la Armada, dueña de una interesante colección pictórica de más de trescientas obras colgadas en el Museo Naval y dependencias de la Marina, recogidas en una publicación del año 1984. Se trata de un inventario incompleto, al no incluir un número importante de obras repartidas por la antigua Capitanía General, edificio de Intendencia, y varias dependencias de Caranza, A Graña y el Montón.  
Todo esto ya está dicho, pero como nadie atiende o no le importa, hay que repetirlo. Esta frase la dijo el escritor francés André Gide, Premio Nobel del año 1947.