Este gigante de la abogacía que es el ex alcalde José Manuel Liaño Flores acaba de cumplir sus primeros 90 años de edad. Un día normal, trabajando en el bufete y acudiendo a estrados a defender clientes. Lo es o lo ha sido todo; abogado en ejercicio, juez, académico numerario de la Academia Gallega de Jurisprudencia y Legislación, miembro de la Asociación de Derecho del Trabajo y Agrario, procurador honorario, graduado social, etc.
Fue alcalde de La Coruña, diputado provincial y procurador en Cortes. Es Cruz Distinguida de San Raimundo de Peñafort, Encomienda del Mérito Agrícola, participante en mil congresos, articulista y y conferenciante.
Como jurista se licenció en Derecho a los 20 años en Santiago. Hizo el doctorado en Madrid e ingresó en la judicatura. Más tarde solicitó la excedencia y se dedicó a ejercer la profesión por los colegios de La Coruña y Madrid, hace ya más de 66 años. Le fue concedida la Medalla al Mérito por el Colegio de Abogados de La Coruña.
En el aspecto político, fue concejal, diputado y alcalde desde 1976 al 79. Como procurador en Cortes intervino en la elaboración de la Ley de Montes Vecinales en Mano Común, en la reforma del Titulo Preliminar del Código Civil, en la Ley de Ordenación Marisquera, y en la de Seguridad Social Agraria, entre otras; como diputado promovió la creación del polígono industrial de Sabón y la reforma del Pazo de Mariñan.
Ya como alcalde: presa de Cecebre, parque de Santa Margarita, cementerio de Feáns, polígono de Pocomaco, avenida del Ejercito y ronda de Nelle y colegio Universitario con la adquisición de terrenos en A Zapateira, para lo que hoy es el campus de la UDC, entre otras.
Llegados a este punto quiero resaltar dos detalles denotativos del carácter y de los “riñones” que adornan a Liaño. Como alcalde jamás usó el coche oficial para desplazamientos privados y en contadas ocasiones para los públicos. En otro orden de cosas, cuando aconteció un conflicto de los taxistas con el Ayuntamiento, los profesionales del taxi se le plantaron en María Pita, gritando, amenazando y negando el paso y salida del palacio municipal a todo bicho viviente. Así estuvieron hasta que salió Liaño, se negó a que le acompañase una escolta y en solitario, ante un silencio sepulcral atravesó entre la masa de taxistas. Además fue el alcalde que aumentó sustancialmente el sueldo de los funcionarios municipales.