Claro que puede. Siempre tendrá palmeros que celebren sus contradicciones. Llegaron como adalides de la transparencia, la honorabilidad y la honradez, pero en el breve tiempo que tienen de existencia han hecho saltar por los aires sus principios. Emulando a Manquiña en Air Bag, igual que te dicen una cosa te dicen la otra. Hacen buena una afirmación y su contraria y lo hacen con naturalidad y sin aceptar el más mínimo reproche.
Viene esto a cuento porque hace un par de días Pablo Iglesias ofreció su máximo respaldo a los dos concejales de Ahora Madrid, marca de Podemos en la capital del Reino, Celia Mayer y Carlos Sánchez Mato, ambos llamados a declarar en condición de investigados, antiguos imputados, por la Justicia, por el supuesto delito de malversación de fondos públicos. Se gastaron 100.000 eurillos para investigar al PP. Todos sabemos la importancia que en Podemos le dan al código ético, eso sí, para aplicárselo a los demás, pero no a ellos. Manuela Carmena dijo que si a un político se le achaca un delito y es imputado debe dimitir inmediatamente y lo justificó, dada su formación jurídica, diciendo que un imputado tiene derecho a mentir en su declaración para su defensa y que, por lo tanto, un político no puede permanecer en su cargo si está habilitado para mentir.
Fantástica explicación de la alcaldesa, ahora solo falta que la aplique a sus concejales, porque no vale es el viejo dicho de “haz lo que yo diga y no lo que yo haga” no hay un solo imputado de ningún partido para el que Podemos no se haya apresurado a exigir su dimisión, salvo a los de su partido. La verdad es que Podemos se está diluyendo. De ser protagonistas del Movimiento 15-M a cobrar más de 6.000 euros al mes en los parlamentos hay una diferencia que consiste en su acomodo dentro de esa “casta” a la que tanto criticaron. Podemos pertenece a esa “casta” y parece que le gusta.
Claro que la política necesitaba una regeneración. Apartar a los corruptos es un bien necesario para la supervivencia de la democracia. Cosa distinta es que sea Podemos el que se haya autoerigido como la autoridad moral para calificar lo que es y no es aceptable dentro de la política y de la convivencia. El silencio cómplice de Podemos con dictadores bolivarianos o cubanos desarma a la formación para descalificar actitudes y, sin duda reprochables, de otros dictadores. Por eso la realidad se impone a la filosofía y todo lo que no sea ponerse detrás de cualquier pancarta es algo que a Podemos se le escapa. Buscar a gente que sufre y reclutarla en un movimiento lleno de populismo y de oscuridad es un desprecio a la sensibilidad de la gente del común, como ellos llaman a los que son de los suyos, el resto debemos de ser gente des-comunal.
Es difícil de entender que tanta demagogia podemita haya tenido tanto apoyo social, en caída libre es cierto, pero tuvo un amplio apoyo electoral. Por eso los grandes partidos deben de profundizar en la regeneración democrática para recuperar su credibilidad y nuestro bienestar, pero también para poner en su sitio a quienes han recuperado el marxismo bien entendido, el de Groucho, que estaba dispuesto a cambiar sus principios cuantas veces fuera necesario. Podemo, puede.