Una figura clave en las universidades es el profesor que adquirió un cúmulo de conocimientos tras muchas horas de estudio e investigación en la soledad de las bibliotecas para, parafraseando a don José Ortega, transmitir la cultura a sus alumnos, introducirlos en las profesiones y en la Uinvestigación.
Tanta importancia tiene el papel que desempeñan los profesores que la calidad de una Universidad viene determinada por la calidad de sus docentes. Sensu contrario, la crisis de estas instituciones va ligada a las carencias en el cuerpo de enseñantes, que entrañan más gravedad que la escasez de recursos económicos o deficientes instalaciones.
Por eso preocupa lo que ocurre en la Universidad de Santiago. En la vieja Fonseca se están jubilando profesores brillantes, reconocidos en los ámbitos académicos por su currículo docente e investigador, que dejan un vacío intelectual difícil de llenar en facultades y departamentos porque un profesor e investigador no se improvisa, ni se recluta en oficinas de empleo.
Especialmente dramático es el caso de la Facultad de Medicina que este curso pierde por jubilación a 21 profesores, una sangría laboral que continuará y, si no se corta con la cobertura de esas plazas, dice el decano que “peligra el futuro de la facultad”.
Medicina tiene otro problema: el progresivo divorcio del Sergas. El propio decano lamentaba hace un año la pérdida de 43 de las 80 plazas vinculadas en el concierto con el Sergas que “pasa” de la facultad y nombra jefes o coordinadores de servicio a facultativos que, en muchos casos, nada tienen que ver con la docencia. Esa pérdida de talento en el hospital repercute en la calidad de la asistencia y de la enseñanza y en la formación de los MIR.
¿Causas? Es verdad que la crisis impidió reponer profesorado, pero no es la única culpable. La USC no planificó sus recursos humanos y las cátedras tampoco formaron los “recambios” que ahora, autorizada la reposición, podrían acceder a las plazas de catedráticos y titulares que dejan los que se jubilan.
Por eso en varias no hay profesores con el perfil que exige Aneca, la Agencia Nacional de Evaluación y Calificación, y la docencia de muchas materias está a cargo de asociados o contratados que, con todo respeto, no son el mejor aval para una universidad que aspira a la excelencia.
¿Cómo se resuelve este problema? Doctores tiene la USC, nunca mejor dicho, que saben hacerlo y, a ser posible, que lo hagan con urgencia.