Los datos como medicamento

Los avances en medicina han logrado aumentar de forma significativa la esperanza de vida media en las últimas décadas. Esto es sin duda positivo, pero a su vez supone toda una serie de retos que deben ser tenidos en cuenta. Uno de ellos es precisamente que una mayor esperanza de vida supone también un mayor envejecimiento de la población, con enfermedades cada vez más crónicas y complejas. Y esto nuestro sistema sanitario no acaba de saber gestionarlo de la forma más adecuada.

Disponemos de un modelo que funciona muy bien para atender situaciones agudas. Alguien tiene un problema, acude al centro sanitario, se le diagnostica, se le trata y cuando está bien se le manda de vuelta a su casa ¿Pero que hacemos con aquellas patologías de las cuales nunca uno se cura? Aquí es donde el sistema no funciona tan bien. A todo esto, hemos de añadir otro problema y es la falta de profesionales especializados, algo que en los próximos años será todavía más grave. Actualmente, el 40% de los profesionales en activo tiene más de 55 años, y los que salen del programa MIR (médico interno residente) no serán suficientes para cubrir las necesidades del país en 10 años ante ese volumen de jubilaciones.

Sin embargo, no todo es negativo. La revolución de las tecnologías de la información, que ya han supuesto una transformación en ámbitos como el de la educación, el turismo o la banca, ofrece herramientas en el ámbito de la salud que nos pueden ayudar a superar todos estos obstáculos. Y todo ello a través de una personalización en los tratamientos, con una toma de decisiones basada en el manejo de los datos individuales. 

Es cierto que la genómica puede apuntar ciertos riesgos y ofrecer información importante. Pero existen muchos otros indicadores que tendrán más valor. Saber si alguien es más o menos sedentario, conocer sus hábitos de consumo o tener presente el lugar en donde vive puede ayudarnos, gracias al uso de algoritmos de inteligencia artificial, a prevenir mucho mejor sus riesgos de salud y actuar de una forma preventiva y no reactiva como hasta ahora. Unos procesos que es posible automatizar, haciendo que los profesionales se dediquen a aquellas tareas donde más pueden aportar y aliviar así su carga asistencial. Nos acercamos por tanto al reto de saber transformar los datos en verdaderos medicamentos que nos ayuden a la sostenibilidad del sistema sanitario.

Los datos como medicamento

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