Cuando entrevisté a Irene Villa, me guardé para el final una pregunta porque la veía un tanto delicada. Quería preguntarle qué opinaba sobre los chistes que circulaban sobre ella y que, de manera más o menos escondida, muchos hemos contado. “¿Y qué le voy a hacer si es verdad que en el fondo del mar yo no hago pie?”, me respondió con una sonrisa. Hace unos días asistí en la isla de San Simón a un debate sobre los límites del humor, organizado por Nethinking, en el que se recordaron de linchamientos virtuales como el de Nacho Vigalondo por contar chistes sobre el Holocausto. Ahora le ha tocado el turno a Guillermo Zapata, que acaba de batir el récord mundial de duración en el cargo, tras dimitir a las 24 horas de ser nombrado concejal de Cultura del Ayuntamiento de Madrid.
El tipo no tiene muchas luces, porque hizo eso que no debes hacer si quieres conseguir trabajo: subir fotos borracho o, en este caso, tuitear chistes sin gracia sobre los judíos o Irene Villa. Los tuits son de hace cuatro años, cuando el tipo solo se representaba –y no muy bien–a sí mismo, pero eso no parece importarle a nadie cuando impera lo políticamente correcto. Además, ser bobo nunca ha sido un obstáculo en este país para ser concejal.
No me malinterpreten: no es que esté de acuerdo con las tonterías que puso, solo es que creo que nos la cogemos con papel de fumar. Salimos a la calle con el cartel de “Yo soy Charlie Hebdo” y lamentamos profundamente los asesinatos de unos humoristas que, dicho sea de paso, tenían poquita gracia y se pasaban tres pueblos pero luego nos rasgamos las vestiduras porque un tipo cuenta el chiste de los judíos y el cenicero cuando aún no era representante público. Supongo que los que iniciaron la caza de brujas virtual no habrán contado nunca chistes de negros, de gitanos, de gangosos, de leperos o el del perro Mistetas, que es ofensivo a un tiempo para mascotas y señoras. Gila bromeaba sobre la Guerra Civil y Woody Allen sobre el Holocausto, lo que pasa es con más gracia. Aunque lo realmente divertido es que en lo único que han conseguido ponerse de acuerdo PP y PSOE en los últimos tiempos sea precisamente en criminalizar a este tipo. Como decía un tuit que leí por ahí, el problema está más en el humor negro que en el dinero negro.