Forcadell no es la misma

CARME Forcadell tenía fama de
ser más bruta que Agustina Zaragoza (pronúnciese Saragosa), que es como llaman en Cataluña a Agustina de Aragón, pues había nacido en Reus –y es verdad, eh no se trata de un invento de los nacionalistas–. La presidenta del Parlament se llevaba por delante a quien fuese y si era un españolista, mejor que mejor. Al alcalde de Sabadell, ayuntamiento donde ella era concejala rasa, llegó a exigirle que la nombrase jefa de la Guardia Urbana, pero desde el partido, el de él y el de ella, Esquerra Republicana, le advirtieron: “Ni se te ocurra”. Artur Mas la colocó de presidenta del Parlament y desde ese puesto dio auténticos recitales –a su lado, los de Montserrat Caballé en el Liceo parecían una verbena amenizada por Los Manolos–. Pero pasó unas horas en la cárcel de Alcalá Meco y quedó como una malva, como si la hubiesen sometido a una sesión intensiva de electroshock; tanto que ahora asegura que la proclamación de la independencia fue una declaración política sin más. En dos días ficha por Ciudadanos.

Forcadell no es la misma

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