os inversores confían en la política económica del Gobierno en funciones de Pedro Sánchez. Esto decía hace unos días la ministra de Economía. Y, sí, la agencia de calificación S&P ha subido la nota a la deuda de España porque crece más que sus socios europeos. Sin embargo, la agencia advierte de los riesgos de la inestabilidad política, ya que si no se consigue una mayoría para gobernar no se podrán hacer las reformas estructurales y del mercado de trabajo que nuestro país necesita para crecer y reducir el desempleo, que muestra la segunda mayor tasa de toda la zona euro. Además, S&P pone en entredicho la subida en un 22,3% del SMI, ya que “podría reducir la contratación”.
En definitiva, este análisis no dice nada distinto a los que vienen diciendo otros actores económicos. España crece más que sus socios, pero es mucho más vulnerable. No tenemos Gobierno, ni presupuesto y la deuda pública es altísima. Y en el supuesto de que las cosas no cambiaran sustancialmente tras la repetición de las elecciones, el 10 de noviembre, y socialistas y comunistas formaran Gobierno, lejos de seguir las recomendaciones para afrontar una etapa de desaceleración, las propuestas son las contrarias. Solo hay que ver lo que sugieren para darse cuenta de que el camino elegido es el de mayor gasto y mayores impuestos. De esta forma, se estrangularía la competitividad de nuestras empresas logrando que empeoren aún más la inversión y la creación de empleo.
Por si esto fuera poco, no se abordarían reformas como la del Sistema Público de Pensiones agravando un agujero que ya se sitúa en los 50.000 millones de euros. Otros datos que ya alarman tienen que ver con el sector exterior. La internalización de las empresas que ha salvado a la economía en estos años ya está en clara caída, lo que se refleja en nuestras cuentas con el exterior, que han pasado de tener superávit a déficit y que podrían empeorar si el los precios del petróleo no se relajan.