Tiene razón Pedro Sánchez cuando plantea el debate sobre las pensiones como uno de los más importantes no sólo de cara a las próximas elecciones sino para las próximas décadas. En lugar de hablar de banderas y de intereses partidistas, deberíamos hablar de lo que importa. Y lo que importa a los ciudadanos es garantizar las pensiones, mejorar el empleo, alcanzar un pacto de Estado por la educación y por la ciencia y acordar un nuevo modelo industrial, económico, fiscal, de financiación de las comunidades autónomas que en lugar de poner piedras en el camino coloque trampolines.
Esta sociedad avanza a pasos agigantados y los países que no afronten los problemas con realismo y con innovación estarán condenados a pasarlo mal. En España durante los últimos cuatro años el Gobierno, seguramente por necesidad, ha vaciado la hucha de las pensiones –el Fondo de Garantía de Reserva que el Gobierno de Aznar creó precisamente para garantizar la solvencia del sistema– a un ritmo de ¡mil millones mensuales! De los 66.185 millones de euros que llegamos a tener en 2011 –final del Gobierno de Zapatero–, estamos ahora en menos de 33.000. Y de seguir a ese ritmo, en 2018 la hucha estará vacía. Tenemos más de 9 millones de pensionistas, llegaremos a 10 en 2017 y a muchos más en pocos años sin que el aumento de trabajadores, si somos optimistas, permita cubrir el gasto previsto. La Seguridad Social ingresa menos de lo que gasta, incluso cuando se crea empleo, y el Gobierno no tiene otra opción –en parte porque no ha querido buscar otras soluciones y en parte porque el Gobierno de Zapatero dejó a España en quiebra– que abrir la hucha todos los meses.
Afortunadamente, los pensionistas no han perdido poder adquisitivo estos años porque el IPC ha sido negativo o muy bajo. Pero cuando las pensiones no dan ni para pipas ese es un consuelo que no sirve para llegar a fin de mes. Y si los tipos de interés empiezan a subir, como se prevé, el panorama se ennegrece. Tanto Rajoy –sin fijar el alcance– como Pedro Sánchez –más tributos de las rentas más altas– han previsto utilizar impuestos para pagar una parte de las pensiones. Sin embargo, en el programa conjunto de Ciudadanos y PSOE que fue derrotado en la investidura, el tema de las pensiones ocupaba un espacio mínimo y no había nada original ni novedoso. Buenas intenciones y tan solo una referencia a vincular las aportaciones al sistema con los ingresos a recibir.
Circulan por ahí ideas para garantizar las pensiones presentes y futuras. Pero todo pasa, previamente, por reformar un sistema insostenible, por la creación de más empleo –y eso supone incentivar a las pymes– y por tener empleos de mayor calidad que sólo se consiguen con una mejor educación y con menos fracaso escolar. No es lo mismo la propuesta del PSOE o la del PP que la de Ciudadanos o la de Podemos. Pero si no hay consenso, cualquier decisión será un error y una amenaza sobre el sistema y sobre los pensionistas. Se necesita imaginación, generosidad y un pacto. Hay que hablar más, mucho, con el máximo rigor y sin demagogia, de las pensiones, y menos de otras cosas.