La mentira tiene las patitas muy cortas y, con el paso del tiempo, antes que después, la verdad se descubre. Cuenta Joaquín Estefanía que Helmut Schmidt, conocedor de la antipatía que inspiraba Alemania a sus socios europeos, dijo algo que hoy es dura y pura actualidad: “Nuestro superávit es el déficit de muchos países y nuestras exigencias a los demás son sus deudas”. Y les recordó la solidaridad de los europeos para con Alemania, lo que les hacía deudores, de por siempre, de un agradecimiento activo…
Hoy, días después del desastre, todos los ciudadanos reconocen que lo ocurrido con Grecia iba más allá de un acuerdo político-económico. Se trataba de una venganza. Y, más aún, de una venganza de largo recorrido: desplazar al Gobierno griego sustituyéndolo por una administración menos díscola para que sirviese de llamada a otros países (y aquí pueden poner España, Portugal, tal vez Irlanda y Francia).
Esa es la verdad y cada vez se hace más elocuente. ¿Recuerdan a Mariano diciendo eso de que “España no es Grecia” y que a nosotros sus problemas no nos atañía? Era otra mentira, dentro de la gran mentira, que se descubrió con una sola cifra: la Bolsa española llegó a perder más de sesenta mil millones como efecto-reflejo de la crisis griega.
Y cuando Rajoy llevaba nuestra atención hacia Grecia para decirnos que nuestra deuda no era comparable con la suya, nos ocultaba que aquí supera los ciento cuarenta mil millones. Una mentira desmontada por las cifras oficiales del Banco de España.
Y cuando los arietes de Rajoy, en los medios de comunicación, nos cuentan que Grecia tiene que vender “puertos, aeropuertos y otros bienes públicos, que la derecha –Aznar, Rajoy– vendieron Telefónica, Tabacalera, autopistas, parte de la gestión aeroportuaria, bancos y cajas (aquí mismo, oiga) y Picusa o los cines Yelmo. Y cuando nos cuenta que mejora el empleo, las cuentas desmienten sus datos, pues los jóvenes siguen marchándose, los parados pierden su subsidio y la luz que mañana baja, subirá en enero.
La mentira tiene las patitas pequeñas y, dice el viejo refrán, se “pilla antes a un mentiroso que a un cojo”.
Grecia no podrá pagar la deuda bajo las condiciones impuestas y el pueblo griego con su dignidad perdida, su miseria a cuestas y sus consecuencias las sufrirá Europa más pronto que tarde.
Claro que al PP solo le interesa que sus mentiras lleguen hasta diciembre.