Sancionada por ser la sargento más bruta del mundo

ANTES, mucho antes de que se pusiese –¿impusiese?– de moda el lenguaje inclusivo, ya había sargentas. Quienes tenían una cerca andaban derechos como velas, porque a la mínima les podía caer una labazada. Por aquel entonces la Guardia Civil no admitía mujeres en sus filas; se nutría de tiarrones bigotudos –y mira que hay sargentas con mostachos curiosos, ¡eh!–; ahora, en cambio, el tricornio ya no es monopolio masculino. Que se lo digan a los agentes destinados al puesto de un pueblo andaluz cuya comandante, una sargento –¿qué hace el Gobierno que permite que a una suboficial se le designe con el puesto en masculino?–, acaba de ser sancionada por lo bruta que era. Tenía atemorizados a sus subordinados, les faltaba al respeto, los insultaba, pateaba el mobiliario de la casa cuartel... ¿Sargenta o sargento? ¿Bestia o bestio?  

Sancionada por ser la sargento más bruta del mundo

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