Evocación

Lo que siempre me ha conmovido y emocionado es la lealtad y entrega a España. A todos sus pueblos. A todas sus gentes. A sus sacrificios de acatar las órdenes recibidas hasta la muerte –cuartel de Simancas en nuestra última guerra incivil– y la cumplieron.
Por eso me hace vibrar de manera especial el acto que se celebrará el próximo sábado 9 de septiembre, a las doce horas, plaza de María Pita, “Jura de Bandera de personal civil”, organizado por el Ministerio de Defensa.
Nuestra rojo y gualda significa más que un crespón al viento, pues equivale a un pueblo marchando y viviendo en paz bajo la protección de las Fuerzas Armadas. Lo que invocaba –ahora está tan de moda su territorio autónomo– el catalán Prim en la batalla de Castillejos: “Soldados podéis abandonar esas mochilas porque son vuestras; pero esa bandera no, porque es de la Patria”.
Somos una gran nación que a veces semeja dar la espalda a su destino, sin embargo, inmediatamente, recuperamos el paso. Gestas del Gran Capitán en Italia, la fiel infantería abriéndose paso en las marismas bávaras, los dioses extremeños colonizando América. Hernán Cortés al emperador Carlos I: “Soy un hombre, señor, que os he ganado más provincias que ciudades os legaron vuestros padres y abuelos”.
Hay, además, una ductilidad permanente entre nuestros soldados y su lealtad firme a la corona y al pueblo. Recordemos a Machado –polvo, sudor y hierro– al destierro con doce de los suyos, por la terrible estepa castellana, el Cid es de más valor para una nación que toda una biblioteca llena de obras literarias hijas únicamente del ingenio y sin un contenido nacional (Shlegel)”…
Y dando abanico coplero a mi evocación, recordar al soldadito español que al morir pedía ser enterrado con la bandera de España

Evocación

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