Dice el presidente extremeño que ninguno de los gobernantes que hoy gestionan la crisis de la pandemia sobrevivirá políticamente al ‘día después’. No me atrevo a ser tan categórico. Pero lo indudable es que muchas cosas cambiarán, en todos los órdenes, cuando la pesadilla acabe, sea eso cuando sea. Sospecho que también lo saben Sánchez y Casado: mantenerse de espaldas al pacto acabaría con sus carreras, las de los dos. Tienen en estos momentos unas cuantas horas para demostrar si el principio de acuerdo entre ellos va a funcionar o no. Creo que Sánchez, por su parte, tiene apenas estas 48 horas para saber si tiene algún futuro político. O no.
Este miércoles, la sesión de control parlamentario en el Congreso es mucho más que uno de estos encuentros en los que la oposición zurra dialécticamente al Ejecutivo y este se defiende atacando, a su vez, a la oposición, que luego convalida, o no, los decretos alumbrados por el Gobierno. Esta vez se trata de testar si la frágil entente lograda en los últimos días para ese ‘pacto de reconstrucción’ cuya sede será el Parlamento, tiene visos de funcionar o no. Y no aplazándolo todo unas semanas, como pretenden algunos: la situación es, ya se ve, angustiosa, más que apremiante.
Hay decisiones muy serias que tomar que no se deberían adoptar exclusivamente desde el Gobierno. Bueno, casi todo es muy serio estos días, desde cómo dosificar la salida de niños y mayores hasta elaborar unos Presupuestos de urgencia y ‘de guerra’. Y para todo eso, creo que se necesita mayor consenso que hasta ahora.
Para todo eso, y para hacer frente a la situación internacional. Estos ‘pactos de La Moncloa bis’ (ya sé, ya sé que no es exactamente eso, entre otras cosas porque se van a desarrollar en una comisión parlamentaria) deberían incluir la ofensiva que Sánchez pretendió encabezar en solitario hacia la Unión Europea. Su propuesta, que lanzará formalmente este jueves a sus colegas europeos, de movilizar en una suerte de deuda perpetua con la UE un fondo de entre un billón y billón y medio de euros tendría que contar con el respaldo de todos los demás partidos nacionales, porque va a comprometer seriamente al país durante mucho tiempo.
Conste que lo juzgo un plan bueno para España, quizá el único, pero que difícilmente va a recibir luz verde en el Consejo Europeo, y menos si no lo aprueban todos los grupos representados en el Parlamento Europeo. Sánchez ha tratado de venderlo, inicialmente, como una iniciativa personal; ahora ve que sus afanes de euro-protagonismo podrían salir mal, y necesitaría, entiendo, estar arropado por las restantes fuerzas políticas. Así, sería la primera vez en mucho tiempo que España se asoma a una política exterior realmente consensuada (una saludable costumbre que se ha ido perdiendo).
Y creo que a Casado habría de exigirle ser copartícipe también en esa política exterior: al fin y al cabo, de lo que se trataría es de llegar a un pacto de actuación conjunta para lo que queda de Legislatura, que sospecho que no va a ser mucho. Y de inaugurar un período de acuerdo para eso, para reconstruir un país que de esta va a salir bastante destruido. Si logra convencernos de que él es el hombre para propiciar de manera conjunta tan hercúlea tarea, Pedro Sánchez tendrá garantizado un período más en La Moncloa, quizá -podría llegar a pensarse- con Casado como vicepresidente. Si no... imagine quien esto lea cuáles son sus posibilidades, el abismo que a sus pies se abre.