LA psicomotriz Claudia Delso no destaca precisamente por la brillantez de su gestión como concejala de Participación de Ciudadana. Siendo sinceros, ¿qué mareante destaca por la brillantez de su gestión? Es tan difícil contestar a esa pregunta que casi vale la pena olvidarla. El caso es que Delso ha ido de fracaso en fracaso: el escaño ciudadano tuvo una vida efímera pues daba mucho chollo, ya que había que filtrar bien a los aspirantes para que no se colase un crítico y aun así se colaba casi siempre, así que ya pasó a mejor vida; el Dillo ti es una fábrica de producir desencantados con la Marea, nasía pa’ganá; los presupuestos participativos sirven únicamente para promocionar el ciclismo en busca de un Indurain 3.0; el mapa de la redistribución de la ciudad, que entre sus 305 barrios incluye zonas asimétricas, postfuncionales, calcificadas... parecía reedición de la “Antología del disparate”. Para qué seguir recordando sus éxitos. Pues bien, tan ejemplar trayectoria ha servido para que el presupuesto de su concejalía pase de 136.000 euros a 645.000. El Gordo de Navidad, pero pagado por todos.