La noche iba de gozadera y acabó en el hospital. Al marido le gusta golfear y la mujer golfea –si le gusta o no ya es otra cuestión–. El hombre sintió la llamada de la luz roja que había en la puerta de un puticlub de Cangas do Morrazo y para dentro que se fue. Ella esperaba en una habitación la llegada del cliente, pero al abrirse la puerta vio que era su esposo. Reaccionó rápido, salió por la ventana del baño e intentó pasar al cuarto de al lado. De repente, ¡zas!, resbalón fatídico y se precipitó al vacío. Ahora está hospitalizada con pronóstico reservado, pero parece que se recupera. ¡Qué noche más perra!