Gana el Estado de Derecho

Todo lo que ha sucedido en los últimas días en torno al desafío independentista de Cataluña supone un triunfo del Estado de Derecho, por mucho que una parte de la sociedad catalana y algunos de los dirigentes secesionistas se empeñen en hablar de represión de ese Estado, de ataque a la democracia, o incluso en el colmo del delirio, llegar a decir como ha hecho el presidente del Parlamento que “ningún juez puede perseguir al president”, en alusión a Puigdemont.
El Estado de Derecho está funcionando y todos los que se atrevieron a desafiarlo desde sus cargos institucionales están en prisión a la espera de un juicio, donde los delitos de los que les acusa el juez llevan aparejadas penas muy elevadas de cárcel. Caso no muy distinto es el del expresidente de la Generalitat, que había huido a Bélgica buscando un país “cómodo” para sus situación judicial, y que tras haber cometido la imprudencia de haber abandonado ese país para dar unas conferencias en Finlandia para “internacionalizar el conflicto” ha sido detenido e en territorio alemán, cuando intentaba regresar a su residencia de Waterloo.
Puigdemont, cuya actitud irresponsable desde que fue designado por Mas como su sucesor, ha hecho mucho daño a Cataluña y a España, se enfrenta ahora al proceso de entrega a nuestro país y a responder ante la justicia de sus delitos. El que se autoproclamara presidente legítimo de la República catalana, va a experimentar en los próximos meses lo que es enfrentarse con la dura realidad de que en un Estado de Derecho, todos somos iguales ante la ley y quien se la salta tiene que pagar por ello.
Por mucha crispación social que el encarcelamiento de los principales cabecillas del proceso secesionista o la detención de Puigdemont haya provocado en los sectores independentistas, lo más importante de todos estos hechos es que la ley está para ser respetada y cumplida por todos los ciudadanos, empezando por quienes tienen responsabilidades públicas. Si esto no se hace, lo que procede es aplicar todo el peso de la ley sobre los que se la han saltado a la torera. Eso refuerza al Estado y transmite una imagen de seriedad y de madurez. Nadie está por encima de la ley. Y nadie es nadie, por muy presidente o conseller de la Generalitat que se sea.

Gana el Estado de Derecho

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