Probablemente la infanta Cristina no entendía de fiscalidad, inversiones, control de empresas, y firma de contratos, a pesar de ser licenciada en Ciencias Políticas y de tener consejeros personales que se preocupaban de sus asuntos legales.
Además tenía confianza ciega en su marido y no leía los contratos y demás documentos que éste le ponía a su firma, en la confianza de que no le perjudicaba. Es algo parecido –sólo parecido– a lo que les pasó a los ahorradores (luego preferentistas), que sin formación académica alguna tuvieron confianza ciega de clientes en quienes les pusieron a su firma en los bancos unos documentos sin leérselos que les exprimieron sus ahorros de toda la vida (dinero de sudor, esfuerzo, y sacrificio), dejándolos en pelotas hasta que se murieran. Dicen los abogados de la Infanta que es inocente; pero me parece que son más inocentes que ella aquellos a los que estafaron los bancos.