LA verdad es que a la Marea hay que reconocerle su mérito. Ellos solos han conseguido que los vecinos, los comerciantes, los hosteleros y los demás colectivos de la ciudad se unan para poner en marcha los proyectos que antes se promovían desde María Pita y que ahora, o los sacan los afectados adelante o se hacen viejos esperando a que los munícipes se decidan a dar un paso adelante. Y es esa desidia mareante la que ha llevado a los habitantes de la Ciudad Vieja a buscar por ellos mismos descuentos en el aparcamiento de O Parrote, en previsión de que un día, cuando alguien del Gobierno local tenga ganas, se encontrarán con su barrio peatonalizado sin que se les haya comunicado, consultado o alertado de que los coches ya no podrán pisar las centenarias piedras del casco histórico. Ellos necesitan ubicación para unos doscientos vehículos y como saben que del Ayuntamiento no recibirán ninguna ayuda se están buscando la vida por su cuenta.