La tradición

Es innegable que por haber, hay tradiciones y tradiciones. Todas muy “tradicionales”, y, ¡como no!, a gusto o a disgusto del consumidor de las mismas. Hay quienes, incluso, hablan de la “Santa Tradición”. Es decir, algo sagrado, intocable e inamovible, a pesar de los sucesivos cambios sociales y hábitos de vida que las hacen incompatibles con estas variables. Hoy mismo, 7 de enero, poco después de que escriba estas líneas, voy a cumplimentar, estrictamente, una de las más sanas y exquisitas tradiciones ferrolanas. Degustaré en el día de nuestro Patrón, San Julián, un estupendo arroz con leche, tal y como manda la bienaventurada tradición, en este caso. Y que no decaiga, estimados conciudadanos. En la víspera de Reyes, desde mi ventana, presencié el desfile de la muy digna Cabalgata ferrolana de los Magos. Durante las pasadas fiestas de Pascua Navideña, hemos asistido a otra instaurada “tradición”, en que se utilizan, como “arma política arrojadiza”, los cambios o incorporaciones, más o menos acertadas, en las costumbres durante dichas fiestas. Se han incorporado las foráneas figuras de de Papá Noel o Santa Claus, o en las muy españolas Cabalgatas de Reyes se han agregado algunas figuras extrañas, o no menos “estrafalarias” vestimentas de los Magos de Oriente, o desfilan con ellos algunos personajes o entidades poco acordes con el evento, a decir de algunas entidades políticas, religiosas o culturales. Solo recordaremos un par de casos puntuales, como es el escándalo suscitado por la incorporación de una figura gallega navideña de antaño, El Apalpador, si bien originaria de la zona de O Courel, ha sido incorporada a las celebraciones en nuestro Ferrol. Han habido voces para todos los gustos, a favor o en contra. ¿Es malo recuperar una tradición antigua, caída en desuso? Si aporta diversión y no hace mal a nadie, bienvenida sea. Otro caso, éste ocurrido en Madrid, generó una denuncia, que llegó a manos del Juez, de una denominada “Liga Pro Derechos Humanos” (¿?), de ideología ultraconservadora, para impedir la participación de una “Drag Queen” en la cabalgata de Reyes en Vallecas. La petición fue desestimada por la Justicia y, finalmente, quedó claro que no iba a desfilar ninguna figura travestida que no fuesen los propios Reyes Magos. Solo diremos que varias féminas políticas se travistieron y representaron a Melchor, Gaspar e, incluso, a un Baltasar, tras ser la señora convenientemente coloreada. Los que hoy se rasgan las vestiduras, por supuestos ataques a la tradición cristiana de las Cabalgatas de Reyes, por la incorporación de figuras absolutamente desligadas de la religión, se olvidan, de modo interesado, que en tiempos del nacional-catolicismo y de la dictadura franquista, desfilaban con los Magos gentes con las mas diversas vestimentas, vehículos y objetos que, en ocasiones, eran absolutamente ridículos e hilarantes. Todos ellos guardaban respetuoso silencio. En fin, que las tradiciones deben ser respetadas hasta ciertos límites. No olvidemos que en nombre de la Tradición existen tristes espectáculos, como el Toro de la Vega, la cabra de Manganeses, arrojada desde un campanario, los Toros Embolados, los Correbous, etc. Si continuamos así, regresan el circo romano y los gladiadores, porque fueron tradicionales.
 

La tradición

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