CHARLIE Rivel, Mary Santpere, Eugenio, El Tricicle... los catalanes tienen fama de serios –que se lo pregunten a los Pujolone, ordenados y rigurosos en lo suyo–, pero siempre contaron con buenos cómicos; ahora bien, como los actuales, ninguno. Son tan buenos que ni necesitan subirse a un escenario, desde la cárcel o incluso desde el banquillo de los acusados provocan unas carcajadas memorables. Los hay también que andan libres y se creen muy simpáticos, pero hacen muy poco gracia. Es el caso de Toni Albá, titiritero con sueldo de estrella de TV3, que en vez de alegrar la vida la vuelve triste. El día anterior a que Inés Arrimadas, musa del sector pijo de Ciudadanos, es decir, de todo el partido, viajase a Waterloo se despachó con un tuit lamentable: “Buen viaje. Vigila, no te pases de largo y acabes en Ámsterdam... allí estarías como en casa y tendrías todos tus derechos laborables respetados”, en clara alusión al Barrio Rojo. El curso de desheteropatriarcalización le hace falta, pero el de humorismo también. ¡Qué peniña!