Iker Casillas estaba a la luna de Valencia

el ambiente en Cataluña se está volviendo cada vez más enrarecido. Los autodenominados Comités de Defensa de la República (CDR) se están convirtiendo en el brazo armado de Puigdemont, que se ha convertido en una especie de líder mesiánico. En esta especie de esquizofrenia, lo único que importa es lo que el expresident quiere y todos los demás políticos independentistas tienen que ponerse al servicio de sus deseos. Y como resulta que ERC, un partido con ya muchos años de historia a sus espaldas, no parece dispuesto a comulgar con esa rueda de molino, pues se ha convertido en el objeto de los ataques de esos CDR. Sus sedes han amanecido con carteles en los que se puede leer “desobedecer o dimitir”. Un mensaje claro, directo, sin un ápice de ambigüedad y que supone una seria advertencia para los republicanos. Lo peor es que todo lo que está sucediendo en Cataluña recuerda demasiado a aquel ambiente previo a la Segunda Guerra Mundial, cuando los supremacistas se hicieron con el poder en Alemania.

Iker Casillas estaba a la luna de Valencia

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