Ya conocen la definición de la Academia y padecemos las interesadas traducciones según sople el viento. Me parece que lo mejor, además de ir al diccionario, es acercarse al sentido común y escuchar lo que piensa el común de la ciudadanía: ¿luchar contra la pobreza energética es populismo? ¿Reivindicar una vivienda digna y el amparo a los que desahucian es populismo? ¿Pedir pensiones dignas, un trabajo que dé para vivir, una ley de dependencia justa y solidaria, una sanidad pública y una enseñanza de calidad es populismo?
¿Y qué carafio es incumplir un programar electoral, rescatar bancos y no ciudadanos, disminuir la inversión en la sanidad y la educación pública, para entregar ese dinero a intereses privados, recortar las becas, firmar una amnistía fiscal para los poderosos, ahogar a los trabajadores? Ustedes mismos. ¿Protestar contra las políticas de Trump, en la calle y alrededor de su casa encantada; salir a las avenidas para reprobarlo, a qué no es populismo? ¿Y si lo hacemos aquí es?
Y el elitismo del actual presidente negando –por escrito en los periódicos– la igualdad de las razas, la solidaridad entre los ciudadanos, ¿qué canastos es? Si alguno no lo recuerda que busque en internet sus artículos en “Faro de Vigo” a finales de los setenta, que recuerden a su valedor, Fraga, explicando las ventajas de ser rico para ocupar un cargo, un chollo…
Y más que la opinión la demostración que hacen sus herederos: la mujer del secretario de Estado y cuñada del ministro de Energía toma el relevo de este (¡viva la familia!) y los Nadal, por tanto, acumulan más poder en el nuevo Gobierno a mayor gloria de su mentora, la vicepresidenta, que tiene a un marido de jefe en Telefónica…
Al reprobado ministro del palo le dan un chollo de casi un millón de euros al año, más asistente y coche. La familia popular unida a través del pitufeo, el enchufe… Ellos qué diantres van a ser populares.
Y llegamos al nacionalismo para preguntarnos ¿Dónde está Feijóo? Mientras los editoriales periodísticos y los políticos hablan de las nacionalidades históricas, citando solo Cataluña y Euskadi, aquí Feijóo está ocupado en que sus delegados sean sus ojos y oídos; recuperar ayuntamientos y diputaciones –chollos, enchufes– y es que no le interesa una Galicia a pie de igualdad con las otras nacionalidades históricas. A él y a los suyos así les va de cine. Y para nosotros el NODO.