QUE un español, sobre todo si era gallego, se vaya a trabajar a Alemania no es raro –afortunadamente ya lo fue menos de lo que lo es–. Es lo que toda la vida de Dios se llamó emigración y ahora se denomina movilidad exterior. En cambio, que un alemán viniese a trabajar a España ya era más extraño. Sin embargo, Joachim Low, seleccionador germano de fútbol, lo hizo y aquí aprendió otra forma de jugar al balón que ha impuesto en su país. Pero Low es alemán cien por cien y como tal le gusta la contundencia, tanto que ha impuesto la ley marcial de cara al Mundial: nada de alcohol, sexo ni redes sociales. Nunca llegará a seleccionador de Brasil.