Parece que el mundo se ha detenido por el coronavirus, pero hay quien, precisamente ahora, quiere hacer su agosto. Seres que están tan faltos de escrúpulos como de sentido común y se presentan en casas de ancianos vestidos de sanitarios para desvalijarlas o, versión B del robo, les reclaman las monedas y los billetes que tengan con el argumento de que son focos de contagio. Y aunque no son más que un punto negro en esta ola de unión y solidaridad que es la tónica dominante estos días, lo suyo es desearles una buena infección que los deje fuera de combate durante un temporadita. Si no actúa el Covid-19 por propia iniciativa, igual podía meter baza el karma...