El hombre como incógnita

Si fuera Nadal presidente de España! Con su fuerza moral y física. Abatiendo obstáculos. Ganando todas las batallas. Incluso la mayoría absoluta para gobernar... Pero unos son los deseos y otras las realidades. Mientras soportamos la crueldad de las ausencias y el sufrimiento de aguantar a dirigentes frágiles: casposos, cursis redentores del centro, casta de plaza pública y frikis que o bien duermen en el escaño o vociferante sindical, que nunca ha hecho nada, en el hemiciclo.
Hay una mayoría silenciosa recogida en sí misma que no sale a la pista del circo nacional. Diógenes trendría que darse mucha luz con su lámpara para encontrar un hombre justo. Y sin embargo en el hombre hay causas de admiración hacia la ciratura proba. No es cuestión de creencias, que también, sino de alcanzar el diseño moral que lo viste. Desde “to er mundo e güeno” de Summers hasta la estepa rusa y su aseveración sobre el hombre que hace su fortuna en un año debería haber sido ahorcado doce meses antes... En la añoraza por el mundo de ayer –suicidio de Stefan Weig teatralizado días atrás en el Rosalía– sobresale la vida provinciana coruñesa y los señoritos que vivían del corte del cupón. Hoy podríamos vivir mucho mejor eligiendo técnicos idóneos. Terencio nos recuerda que somos hombres y nada humano nos es ajeno. A vueltas con nuestro barro genérico o el lodo que manchaba las togas de magistrados. Masas incontrolables en los campos de fútbol o asaltando palacios de invierno.
Pero necesitamos otra cualidad para evitar la corrupción. Vernos en las figuras de Sócrates, Séneca, Buda, Confucio, etc., etc. Nos acercan a la perfección. Gandhi ha dejado escrito: “Cuando lei los Evangelios y llegué al Sermón de la Montaña... Tenía algo que yo aprendí en mi infancia, algo que parecía pertenecer a mis ser y que me parecía ver realizar en mi vida de cada día”.

El hombre como incógnita

Te puede interesar